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Tragedia aérea en Washington D.C. expone deficiencias en el control del tráfico aéreo en EE. UU.

El 29 de enero de 2025, una tragedia aérea sacudió a Estados Unidos cuando un avión de American Airlines colisionó en pleno vuelo con un helicóptero militar Black Hawk sobre el río Potomac, cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan en Washington D.C. El accidente resultó en la muerte de las 67 personas a bordo de ambas aeronaves.

Este lamentable suceso ha reavivado preocupaciones sobre la seguridad en el espacio aéreo estadounidense, especialmente en lo que respecta a la congestión del tráfico aéreo y la escasez de controladores de tráfico aéreo. Informes recientes indican que más del 90% de las torres de control en Estados Unidos operan con personal insuficiente, lo que podría comprometer la seguridad operativa y aumentar la carga de trabajo de los controladores disponibles.

La Administración Federal de Aviación (FAA) ha reconocido que el sistema de tráfico aéreo del país cuenta con aproximadamente el 72% de los controladores necesarios si se consideran únicamente aquellos plenamente entrenados, cifra que asciende al 87% al incluir a los aprendices en formación. Esta escasez de personal capacitado puede afectar la gestión eficiente del tráfico aéreo y provocar retrasos en los vuelos.

El accidente en Washington D.C. ha puesto de manifiesto estas deficiencias. Según fuentes consultadas, en el momento de la colisión, solo un controlador estaba presente en la torre del Aeropuerto Nacional Reagan, incumpliendo los procedimientos establecidos que requieren al menos dos controladores para gestionar el tráfico aéreo de manera segura.

Expertos en aviación han señalado que incidentes en los que dos aeronaves están a punto de colisionar son más comunes de lo que se pensaba, y la falta de personal en las torres de control podría ser un factor contribuyente. Una investigación de 2023 reveló que los casos en que aviones de pasajeros estuvieron a punto de colisionar fueron mucho más frecuentes de lo estimado anteriormente.

La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) está llevando a cabo una investigación exhaustiva para determinar las causas exactas del accidente. Se espera que el informe preliminar se publique en un plazo de 30 días, aunque la determinación de la causa probable definitiva podría tardar un año o más.

Este trágico incidente ha generado un llamado a revisar y fortalecer las medidas de seguridad en la aviación estadounidense, así como a abordar la escasez de controladores de tráfico aéreo para prevenir futuros accidentes.